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COVID-19: Proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo

Los trabajadores precarios, empujados al límite por el COVID-19

La pandemia del COVID-19 afecta a todos los trabajadores. Los que tienen contratos precarios o los que están empleados bajo modalidades atípicas de empleo padecen más las consecuencias negativas, ya que es probable que no tengan acceso al subsidio por enfermedad, al seguro de desempleo, o a otras protecciones esenciales.

Opinión | 20 de marzo de 2020
Por Janine Berg, economista principal de la OIT

Janine Berg, economista principal de la OIT
Si es un trabajador autónomo ¿quién paga su licencia por enfermedad? Si trabaja en una tienda con un contrato de cero horas y la tienda cierra, ¿es mala suerte?

La mayoría de las noticias difundidas en los medios de comunicación sobre los efectos la pandemia COVID-19 sobre el empleo se concentran en la probabilidad de despedidos y en las consecuencias económicas para los empleados. Se ha prestado menos atención a los trabajadores que no están oficialmente despedidos, pero cuyos contratos no son renovados, sus horas son reducidas a cero, o a quienes las agencias de empleo les dicen simplemente lo lamentamos, no hay más trabajo disponible. Dependiendo del país, el trabajador puede no estar cubierto por un seguro de desempleo u otras protecciones esenciales como la licencia por enfermedad.


Durante las últimas décadas, en muchos países del mundo, se ha registrado un incremento significativo del número de trabajadores con contratos de trabajo temporal, a tiempo parcial, empleo temporal a través de agencia, y otras formas de trabajo subcontratado, así como nuevas modalidades de trabajo, como el trabajo por Internet, donde los trabajadores casi siempre son considerados como trabajadores por cuenta propia.

Sin embargo, debido a que numerosos países establecen límites mínimos de elegibilidad para la seguridad social – horas mínimas de trabajo semanal, número mínimo de meses de empleo, períodos mínimos de cotización – numerosos trabajadores se quedan sin las protecciones apropiadas, poniéndolos en riesgo. Debido a que el número de trabajadores en modalidades contractuales diferentes aumenta, la cobertura del seguro de desempleo se reduce, incluso en los países con sistemas bien establecidos.

© dronepicr
En los años 1990, con el aumento de las modalidades de empleo atípicas, la OIT adoptó una serie de normas internacionales del trabajo a fin de promover la igualdad de trato de los trabajadores a tiempo parcial, los trabajadores por medio de agencia y los trabajadores a domicilio. Por ejemplo, el artículo 6 del Convenio sobre el trabajo a tiempo parcial, 1994 (núm. 175), establece que “los regímenes de seguridad social… deberán adaptarse para que los trabajadores a tiempo parcial gocen de condiciones equivalentes a las de los trabajadores a tiempo completo en situación comparable”. Establece además que los países que han establecido límites deberían “revisarlos periódicamente”.

Más recientemente, la Recomendación sobre los pisos de protección social, 2012 (núm. 201) indica que los países deberían garantizar al menos un nivel mínimo de seguridad social para todos y garantizar progresivamente niveles más elevados de seguridad social para el mayor número de personas posible, lo más pronto posible.

En vista de la crisis provocada por el COVID-19, este es un buen momento para escuchar este consejo y restructurar y reconstruir los sistemas que hemos instaurado. Es evidente que todos los trabajadores – independientemente de su modalidad de empleo – necesitan tener acceso a la atención médica, permanecer en casa cuando no se sienten bien para no acudir al trabajo enfermos, y contar con un complemento de ingresos en caso de una reducción de las horas de trabajo o de una pérdida de empleo.

En nuestro mundo diverso necesitamos maneras flexibles de trabajo, pero esta flexibilidad no debería ir en detrimento de la protección que los trabajadores necesitan. Esperemos que el COVID-19 dé al mundo la señal de alerta que necesita.