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Trabajo Forzoso

Por qué importan las definiciones

Las definiciones son importantes tanto a la hora de buscar datos creíbles como cuando emprendemos acciones contra el trabajo forzoso y el trabajo infantil. Nos obligan a ser responsables del cambio que queremos generar para ayudar a los más vulnerables.

Opinión | 3 de febrero de 2014
Por Beate Andrees, Programa Especial de Acción para Combatir el Trabajo Forzoso de la OIT

Cuando Cándido, de la célebre sátira de Voltaire, llega a Lisboa con su maestro Pangloss, es testigo de los horrores causados por un terrible terremoto. Esta fue la primera de una serie de adversidades que pusieron en peligro su vida y, al final de su largo viaje, Cándido se cuestiona la firme convicción de su maestro de que “todo sucede para bien en este, el mejor de los mundos posibles”.

Cuando vemos niños que realizan arduas tareas en minas y canteras, que trabajan en plantaciones o son apartados de sus familias para trabajar en otros hogares, sabemos que esto no refleja el “mejor de los mundos posibles”. Ellos merecen algo mejor y nosotros queremos que esta situación cambie. Pero para lograr el cambio, necesitamos tener una visión compartida de qué es lo que queremos cambiar. La resolución del problema comienza con un primer paso, simple pero crucial: su definición. A partir de cómo definimos un problema se determinará si y cómo resolverlo.

Es por este motivo que los debates internacionales que preceden a la adopción de un nuevo instrumento jurídico requieren de un largo período de deliberación sobre las definiciones y los conceptos. Cuando los Estados miembros de la OIT, las organizaciones de empleadores y trabajadores negociaron un nuevo Convenio para eliminar las peores formas de trabajo infantil fueron necesarios más de dos años para acordar una definición y adoptar el instrumento en 1999.

El Convenio establece una distinción importante entre los niños que son mantenidos en esclavitud, servidumbre por deudas, condición de siervo, que son víctimas de la trata o están sometidos al trabajo forzoso y aquellos que realizan un “trabajo peligroso”. Todas estas formas de trabajo infantil deben ser erradicadas en el menor tiempo posible. El Convenio es parte de un cuerpo de normas más amplio de las Naciones Unidas y la OIT que definen la esclavitud, el trabajo forzoso y la trata de seres humanos, e incluye el Protocolo de las Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas.

No todos los niños expuestos a trabajo peligroso son 'esclavos', y no todos los trabajadores que no reciben un salario justo son víctimas de trabajo forzoso."
Ya sea que estos instrumentos hayan sido discutidos en Ginebra o en Viena, sus redactores acordaron que los niños no pueden “consentir” voluntariamente a la explotación y que la libertad de circulación no garantiza la libertad de trabajo. El Convenio cuenta con una ratificación casi universal, y si bien puede que las definiciones no sean perfectas, es un camino muy peligroso comenzar a deshacerlas.

La existencia de definiciones jurídicas diferentes, aunque tengan mucho en común, a veces ha creado confusión, y existe el riesgo de que a partir de ahora cualquier forma de explotación sea llamada “esclavitud” o “trata”. Este tipo de “distorsión de la esclavitud”, como lo explica la jurista Janie A. Chuang, asocia ciertas prácticas a una etiqueta que es más extrema de lo jurídicamente correcto. En otras palabras, no todos los niños expuestos a trabajo peligroso son “esclavos”, y no todos los trabajadores que no reciben un salario justo son víctimas de trabajo forzoso.

Sin lugar a dudas, usar el término “esclavitud” ayuda a llamar la atención e impulsar la acción. ¿Pero ayudará a los pobres y necesitados del mundo a salir de la miseria? La respuesta es no. La erradicación de la esclavitud o del trabajo forzoso requiere de acciones específicas para cambiar las leyes, llevar a los culpables ante la justicia, proteger a las víctimas y a los que están en peligro. Si bien algunas medidas de prevención como la eliminación de las prácticas de contratación y de remuneración abusivas, o la escolarización de los niños, pueden contribuir en gran medida a combatir las injusticias, es necesario hacer mucho más para garantizar un trabajo decente para todos. Por lo tanto, las definiciones ayudan a delimitar un problema y a orientar la acción.

Las definiciones claras también son necesarias para medir los cambios. Sólo si cuantificamos un problema podremos comprender si disminuye o aumenta a lo largo del tiempo, y si nos encontramos en el camino correcto para resolverlo. Algunos problemas son más fáciles de medir que otros, y todos coincidirán en que medir la “esclavitud” plantea una miríada de dificultades. La naturaleza oculta del problema, las sensibilidades políticas y las consideraciones éticas pueden hacer más difícil la realización de encuestas nacionales a través de las cuales obtener datos confiables.

Pero quizás el desafío más importante sea la diferente aplicación a nivel nacional de las definiciones aceptadas a nivel internacional y la falta de indicadores estadísticos comunes que nos permitirían comparar los datos entre los países. La Corte Suprema de India, por ejemplo, estableció que todos los que no reciben el salario mínimo están en servidumbre. ¿Esto quiere decir que todos estos trabajadores son esclavos? Si la respuesta es afirmativa, la mayoría de los trabajadores migrantes también serían esclavos. O tomemos el ejemplo de la ley de Brasil contra el trabajo forzoso (“trabalho escravo”) que abarca el concepto de “condiciones degradantes de trabajo”. ¿Cómo se pueden comparar con las condiciones de trabajo “degradantes” de otros países?

En respuesta a estas cuestiones sin resolver, la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET) creó un grupo de trabajo en septiembre del año pasado para desarrollar una definición operativa común del trabajo forzoso con fines estadísticos. Esta es la primera vez que la CIET aborda este problema con el objetivo a largo plazo de integrar los módulos relativos al trabajo forzoso en las encuestas de fuerza laboral regulares o de llevar a cabo encuestas autónomas sobre trabajo forzoso. El grupo de trabajo tendrá que presenta un informe a la Conferencia en 2018.

Es mucho lo que puede aprenderse del proceso que llevó a la aceptación universal de la definición de “trabajo infantil” de la OIT. Inicialmente, el término fue muy controvertido, y había pocos datos comparables. En 2008, la CIET adoptó normas de medición mundiales sobre trabajo infantil. Hoy día, la mayoría de los Estados miembros de la OIT lleva a cabo encuestas sobre el trabajo infantil, lo cual nos permite producir estadísticas confiables a nivel mundial basadas en una comprensión compartida del problema. En octubre del año pasado, la OIT publicó nuevas estimaciones que muestran que el trabajo infantil disminuyó de 245 millones a 168 millones en un período de doce años.

De manera que las definiciones son importantes. Son útiles para producir datos confiables y para orientar nuestra acción. En fin, significan que podemos rendir cuentas de nuestros esfuerzos para generar un cambio en nombre de quienes son actualmente los más explotados del mundo.